Bloc de Notas: CUERPOS DE AGUA, RESISTIENDO DEFINICIÓN

24 febrero 2023 Escrito por: Paula Solimano

Es poco usual pensar que nada debe permanecer de la misma manera, que todo debe convertirse en otra cosa. Esa es la experiencia de muchas personas bengalíes, porque viven en un país que está constantemente arrasado. Bangladesh cuenta con el delta fluvial más grande del mundo, por lo que un gran porcentaje de la población está siempre obligada a migrar. El concepto de propiedad es bastante diferente en esas regiones rurales: si tu tierra se mueve y aparece en otro lugar, vas y lo ocupas. Es casi incomprensible para nosotros, porque somos tan rígidos en nuestra concepción de la tierra y el lugar…Un concepto como la “tierra”, que tiene tanta solidez para nosotros, no tiene aquella solidez allá. 

Ruth Little (1)

Actualmente, enfrentamos crisis simultáneas relacionadas con el agua. Huracanes, tsunamis y una sequía generalizada indican una catástrofe climática, que está obligando a la población global a proponer, diseñar e implementar diferentes instrumentos de mitigación y manejo de crisis. Proyectos ecofeministas como la alianzas globales como GAGGA (Global Alliance for Green and Gender Action) o la ONG Regenerativa, por ejemplo, están llevando a cabo campañas de concientización en colaboración con mujeres de comunidades rurales, que imaginan sistemas de relación con la naturaleza que desafían el extractivismo y la explotación del modelo colonial y neoliberal. Otras fantasías tecno-positivistas, como los proyectos astronómicos de los magnates Elon Musk y Jeff Bezos, están diseñando programas científicos y tecnológicos que permitan abandonar nuestro planeta y trasladarnos a otros como Marte, cuya abundancia de agua se está investigando. Conglomerados mediáticos, por otra parte, expresan una conciencia ambivalente respecto a las causas y los efectos de esta crisis hídrica. Evidentemente, los instrumentos diseñados simultáneamente por diferentes sectores están en constante oposición.

Para la Noche Cero del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, que se llevó a cabo el pasado viernes 17 de febrero, los organizadores invitaron a sus más de ciento veinte invitados a la Gala a utilizar vestuarios reutilizables, tomando, junto al aire y la tierra, el agua como el concepto principal del evento. Mientras sectores de la zona centro-sur del país estaban siendo arrasados por incendios forestales producto de la extracción del agua, los monocultivos y la importación de especies exóticas como pinos y eucaliptos, cientos de miles de televidentes observábamos a íconos populares femeninos como Princesa Alba, Vesta Lugg y Tita Ureta desfilando sus atuendos de una y dos piezas sobre una pasarela cubierta de pasto sintético.

Vistiendo plástico, escarcha y redes marinas, estas figuras públicas apuntaron a crear conciencia sobre la vida en peligro de glaciares, ríos y océanos, entre otros cuerpos de agua. Reunidos en torno a las pantallas de nuestros televisores, computadores y celulares, miembros de la sociedad reímos -o lloramos- por la aparente desconexión de este evento mediático con la crisis actual. Para no caer en posturas cínicas o nihilistas y abordar estos acontecimientos con humor, puede resultar productivo pensar en las muchas imágenes y/o palabras que han sido utilizadas para representar estos problemas tan complejos y abrumadores.

A través de la historia del arte occidental, obras de arte, activismo y arquitectura han representado al agua como un material esquivo, que puede tomar toda -a la vez que ninguna- forma. Trabajando con, sobre y en el agua, artistas, activistas y arquitectos han subrayado su falta de definición mediante las características físicas -fluido, transparente- que definen al agua y las múltiples recepciones simbólicas que recibe. Lo han representado por medio de olas, nubes y ríos; como vidrio, mármol y papel celofán; como masas sociales que se reúnen en torno a una reivindicación social. Los seis casos de estudio discutidos en este ensayo toman el agua y sus extensiones temáticas y problemáticas como el lugar de lo intraducible, innombrable e inimaginable. Lo utilizan para representar sus propias urgencias, angustias y expresiones de fe, apelando en todos los casos a la corporalidad de nuestros cuerpos.

Durante la Edad Media, se introdujo la tradición de abrir muros de piedra de catedrales e iglesias con superficies de vidrio de color, que con el tiempo fueron llamados vitrales. Perforando muros helados y grises con una luz brillante que las atravesaba y teñía el interior del edificio, los vitrales se convirtieron en la única fuente de iluminación al interior de estos edificios hasta que se ponía el sol (Fig. 1). En una época en que la mayoría de la población era iconográficamente analfabeta, estos recursos arquitectónicos servían de material educativo para una pequeña élite compuesta por monjes y miembros de la alta sociedad. Por medio de sus composiciones figurativas, los vitrales representan las historias bíblicas de santos y mártires así como las vidas reales de quienes las comisionaron en medio de edificios religiosos.  

Bloc de Notas: CUERPOS DE AGUA, RESISTIENDO DEFINICIÓN
Bloc de Notas: CUERPOS DE AGUA, RESISTIENDO DEFINICIÓN

Al tiempo en que esta iconografía interpelaba a un grupo reducido de la sociedad, la materialidad de los vitrales -el vidrio- apelaba a una porción más amplia de la proporción. Durante la época medieval -como también en la Era Clásica-, para la población cristiana, el vidrio aludía a la Creación y el Apocalipsis. Un fragmento del libro de Génesis 1:6–7, por ejemplo, cuenta que, luego de separar las aguas, Dios cristalizó la parte superior formando el cielo, lo cual habría prevenido una segunda inundación universal. Otros relatos bíblicos señalan que el trono de Dios estaba sentado sobre las aguas cósmicas. Las superficies ondulantes de los vitrales y las sombras acuosas que proyectaban hacían eco con el proceso de fundición por medio del cual el vidrio había pasado de un estado líquido a un estado sólido (Fig. 2). Tomados como muros de agua colorida y congelada, los vitrales habrían proveído una zona de contacto entre los seres terrestres y el espacio y tiempo divino (2).

Las lápidas de mármol que forman los suelos de la antigua iglesia y actual mezquita Santa Sofía también habrían sacado provecho de la recepción simbólica del agua para interpelar a la población cristiana (Fig. 3). De acuerdo al historiador del arte Fabio Barry, las vetas ondulantes y el centelleo de las superficies de mármol también habrían aludido a “la alianza que existe entre mármol y mar”, evocando “al mismo tiempo, la Creación y el Apocalipsis…En el comienzo, Dios congeló las aguas; cuando renueve el universo en el fin de los tiempos, va a restaurar la luminosidad original de la Tierra, volviendo su superficie oscura y opaca en una masa diáfana tan lisa y brillante como el vidrio”. De manera opuesta a las representaciones antropomórficas de Dios -con las que la Edad Media supuestamente habría educado a visitantes a las iglesias y catedrales-, gracias a sus asociaciones con el agua, estos materiales habrían puesto en contacto a cualquier cuerpo que estuviese dentro del edificio con un atisbo del reino de Dios. 

A diferencia de la Edad Media, en el arte contemporáneo, creadoras y creadores han representado el agua mediante materiales poco nobles y de amplio acceso. Para aludir al océano y los glaciares, por ejemplo, la artista chilena radicada en Estados Unidos Claudia Bitrán emplea plumavit, papel celofán y piscinas temperadas pintadas de color calipso (Figuras 4, 5 y 6). En su recreación toma-por-toma de la película Titanic, la cual lleva realizando hace ocho años y lleva por título Una emoción profunda, Bitrán representa la tragedia del hundimiento del Titanic de una manera cómica. En sus escenografías creadas con materiales industriales y de desecho, niños, niñas y adolescentes actúan como pasajeros de clase alta, y nadadoras sincronizadas interpretan la escena posterior al hundimiento y el rescate en botes mediante una coreografía y música pop estadounidense. Al emplear materiales plásticos de rápido uso y larga vida, Bitrán plantea una pregunta por la sustentabilidad de modelos económicos y sociales explotadores y extractivistas en el largo plazo.

 

Si la creencia cristiana considera la inundación un acto restaurador del universo, en su conjunto, las artistas integrantes de Proyecto de Borde la representan como una potencial tragedia, capaz de derrumbar todo aquello que imaginamos -o entendemos- como real. En 1999, las artistas chilenas Mónica Bengoa, Paz Carvajal, Claudia Missana, Alejandra Munizaga y Ximena Zomosa realizaron una exposición colectiva titulada Proyecto de Borde en el Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia de Chile. Aludiendo al emplazamiento y la historia del edificio en que estaba emplazada la exhibición, el proyecto de las cinco mujeres vinculaba las aguas maternas con el agua dulce de los ríos y lagos. El museo estaba emplazado en el edificio de una antigua cervecería que fue arruinado por el terremoto y sucesivo tsunami de Valdivia en 1960 (Fig. 7).

Para la muestra, cada una de las mujeres de Proyecto de Borde creó una instalación de sitio específico que, de una u otra manera, hacía alusión a la dimensión destructora del agua, que es capaz de romper cualquier grado de paz o estabilidad. Claudia Missana cubrió el piso del sótano con una delgada capa de pigmento rojo, mientras que Paz Carvajal adhirió a los dos muros de un pasillo las letras que formaban el palíndromo “OÍR ESE RÍO”. Mediante el pigmento, Missana aludió al óxido que corroía el interior del edificio; Carvajal describió su espacio como inundado por “un olor a pérdida y desolación, que no puedo dejar de asociar a [un] bosque sumergido”. Carvajal relaciona su propio trabajo con un pasaje de Alicia en el país de las maravillas, en que “Alicia se topa con el Rey Rojo que está durmiendo a los pies de un árbol…le dicen [a Alicia] que no haga ruido pues está soñando con ella…Si él despertara ella desaparecería, pues no es nada más que el reflejo de su sueño. Bastaría una piedra en el agua para que el reflejo desapareciera.” Para las artistas y madres, el agua quieta representaba una ilusión que, de un segundo para otro, puede ser destruida.

Otros proyectos artísticos toman la ola del feminismo para que las mujeres podamos ejercer nuestra sexualidad y vivirla en forma segura. En 1999, el mismo año en que se realizó la exposición Proyecto de Borde, la médico, activista y artista conceptual holandesa Rebecca Gomperts creó la ONG holandesa Women on Waves. Se trataba de un proyecto de arte y activismo que buscaba entregar un servicio de aborto profesional, seguro y legal a mujeres que viven en países donde el aborto es penalizado por la ley. El nombre del proyecto, que en castellano significa “Mujeres sobre olas”, hace alusión a las olas del feminismo que lo precedieron y abrieron el camino y se inspiraba en la forma física que tomaba la ONG (Fig. 8).

Women on Waves consistía en un contenedor que se transportaba por los océanos: en la mente de Gomperts, el barco recogería a mujeres en países vecinos a Holanda, cuya penalización del aborto rige en el radio de doce millas del mar, y las llevaría al interior para realizar sonogramas y terapia, y entregar la píldora del aborto a quienes lo desearan. Atravesando las doce millas, las actividades entraban a la jurisdicción de Holanda, por lo que eran legales. Con el tiempo, el proyecto mutó a una campaña transnacional de concientización de derechos reproductivos. El barco actualmente navega frente a costas de diferentes países, atracando en sus respectivos muelles para ofrecer educación sexual y legal más allá de las fronteras con Holanda (Figuras 9 y 10). Mediante barcos, botes y contenedores, Women on Waves toma las fronteras jurídicas y legales de cada país como límites porosos que se pueden transgredir y habitar, ejerciendo los derechos de las mujeres. Así como la privatización del agua afecta de manera más directa a las mujeres, el océano abierto puede devolverles agencia y comunidad.

En el arte contemporáneo, el agua también es tratada como un cuerpo que facilita el diálogo y la colaboración y que resiste fronteras geopolíticas, lingüísticas y legales. La obra Señales de vapor (2020) muestra a la artista chilena Rocío Guerrero realizando una performance en la ciudad de Nueva York, en donde tapa y destapa las chimeneas de vapor que perforan las calles de Nueva York. Con una herramienta metálica diseñada por ella, la intervención de Guerrero altera el ritmo con que se expulsa el material hacia el aire. Guerrero eligió las nubes de vapor como “una herramienta…de comunicación de larga distancia”, a modo de “poema, coro o lamento” que expresa “la urgencia existencial de la experiencia cotidiana”. Esta urgencia existencial podría ser tomada como el efecto de las diferentes crisis hídricas que atravesamos -como sostiene la historiadora cultural Astrida Neimanis en su libro Bodies of Water, la sequía y la escasez de agua dulce o el clima salvaje, las inundaciones y la contaminación crónica-, y el hecho de que aquella urgencia resiste cualquier intento de traducción o representación a imágenes o palabras. Lejos de tomarlo como un obstáculo, Guerrero toma los ciclos del agua como lo que le permite hacer viajar su mensaje. El vapor se convierte “en lluvia y [viaja] con el viento, difundiendo el mensaje por todas partes.”(8) A través del agua, Señales de vapor nos lleva a pensar en la manera en que, para abordar dichas crisis, debemos crear y repensar las definiciones y categorías de comunicación y pensamiento que empleamos.

Cómo intenta mostrar este ensayo, expresiones artísticas, arquitectónicas y políticas occidentales de los últimos siglos han llamado la atención sobre la dificultad de representar el agua y sus extensiones temáticas de una manera fija. A través de la historia, le hemos dado múltiples connotaciones emocionales, espirituales y materiales: en iglesias y catedrales medievales, el agua se encuentra congelada como muros y suelos, representando el punto de contacto entre lo humano y lo divino, o lo corrupto y lo eterno. Para otros proyectos artísticos como Proyecto de Borde, los diluvios y las inundaciones no representan la renovación del universo sino la destrucción de todo lo que conocemos. Sea cual sea la crisis, la única manera de hacer frente a ella, escribe Neimanis en Cuerpos de agua, es aceptar que nosotros también somos cuerpos de agua: “bebemos, orinamos, sudamos, absorbemos y lloramos…nos filtramos y hervimos; nuestras fronteras son vulnerables a la ruptura y renegociación…El individualismo discreto…es un mito seco, por no decir conveniente.”(9) No solo dependemos del agua y estamos compuestos de agua, sino que “nuestras materias mojadas están en un permanente proceso de consumo, transformación e intercambio”(10). El agua, entonces, provee puntos de contacto con lo más distinto y distante: con otras geografías y marcos legales, con otras cosmovisiones y formas de experimentar el tiempo. A través de un material tan fluido, escurridizo y disforme, podemos infiltrarnos y atravesar barreras y fronteras porosas.

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1- It is an unusual way of thinking about things, to say that nothing must stay the same, everything must become something else. That is the experience of many Bangladeshi, because they live in a country that is constantly being washed away. Even a concept such as ‘land’, which has such solidity for us, doesn’t have that solidity there. Bangladesh is the world’s biggest river delta, so a large percentage of the population is always being moved. The concept of property is actually different in those rural regions. If your land moves and appears in another place, you go and occupy it there. It is almost incomprehensible to us, because we are so rigid in our understanding of land and place.” Ruth Little en “The Meteorological Body,” Imaginative Bodies: Dialogues in Performance Practices (Valiz, Amsterdam: Antennae, 2016), 22.

2-Gracias a los manuscritos iluminados, sabemos que la población cristiana del medioevo consideraba el centro del universo colorido, cálido e iluminado. La noción del espacio sideral como un lugar vacuo y frío es una construcción moderna. 

3- Cita original: “A church floor of frozen water could evoke at one and the same time the Creation and the Apocalypse, by recalling the ambience of God’s throne room beyond human time and out of this world. In the beginning, God froze the waters, and when he renews the universe at the end of time he will restore the earth’s original luminosity; its surface will no longer be dark and dull but will become a diaphanous mass as sleek as glass.” Fabio Barry, “Walking on Water: Cosmic Floors in Antiquity and the Middle Ages,” Art Bulletin 89, no. 4 (2007), 638. Francesca Dell’Acqua también ha escrito incansablemente sobre la recepción simbólica del vidrio como agua congelada en la Era Clásica y Edad Media. Ver: “2 Francesca Dell’Acqua, “Between Nature and Art: ‘Transparent Streams of a New Liquid, en ‘RES- Anthropology and Aesthetics’, 53–54 (2008), 93–103.

4-  Mónica Bengoa, Paz Carvajal, Claudia Missana, Alejandra Munizaga y Ximena Zomosa. Proyecto de Borde (Valdivia: Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia, 1999), 21–22.

5-  Ibid., 12.

6- Para un análisis feminista sobre el proyecto, vea: Carrie Lambert-Beatty, “Twelve Miles: Boundaries of the New Art/Activism”, Signs Vol. 33, No. 2 (Invierno 2008), 309–327.

7- Las señales de vapor de Guerrero hacen eco con el agua burbujeante del artista chileno Pablo Rivera. En Masa crítica, de 2014, decenas de contenedores de vidrio se sientan sobre estantes metálicos, rellenos con agua. Sobre cada uno de ellos, cuelga un cable eléctrico. Una corriente eléctrica interrumpe esta imagen estática: los cables emiten un ruido indescifrable que rompe la superficie lisa del agua y la transforma en burbujas. De acuerdo a su autor, el trabajo tiene como punto de partida una anécdota con su hijo: durante una tarde, estaban conversando mientras bebían bebidas de fantasía utilizando bombillas de plástico. En lugar de inhalar, comenzaron a soplar dentro de las bombillas, activando la superficie del agua. Despojando el mensaje de palabras o frases articulables, la forma de aquella comunicación se volvió “mucho más intensa que el contenido”. Su título, Masa crítica, hace una doble alusión al tratamiento del agua como una sola masa que expresa un fenómeno social, cultural, político o físico.

8- Astrida Neimanis, Bodies of Water: Posthuman Feminist Phenomenology (London: Bloomsbury Academic, 2017).

9- Cita original: “ But as bodies of water we leak and seethe, our borders always vulnerable to rupture and renegotiation…Our wet matters are in constant process of intake, transformation, and exchange – drinking, peeing, sweating, sponging, weeping. Discrete individualism is a rather dry, if convenient, myth.” Neimanis, Bodies of Water, 2.

10- Ibid.

 

 

 

 

Paula Solimano

Paula Solimano

Paula Solimano

Paula Solimano (Maryland, Estados Unidos, 1991) es una historiadora del arte, curadora y artista visual chilena-estadounidense, que vive y trabaja entre Santiago de Chile y Nueva York. Su trabajo explora teorías de pertenencia, afecto y prácticas comunitarias en el arte contemporáneo latinoamericano. En 2022, curó Homo Ludens: Arte y juego en Colección Ca.Sa (Parque Cultural de Valparaíso, Valparaíso), Johnny Aguir

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